¿Ejercitar la memoria puede aumentar la inteligencia? Hemos reexaminado las pruebas
Desde el punto de vista del negocio millonario del "entrenamiento cognitivo", el cerebro es una especie de músculo que se puede fortalecer. Pero ¿es realmente así?
A todos nos gustaría mejorar nuestra capacidad cognitiva más allá de los límites impuestos por la madre naturaleza. Por eso no es de extrañar que los programas de entrenamiento cerebral —que, por lo general, se centran en ejercitar la memoria de trabajo— sean un negocio multimillonario. Pero, ¿en verdad puede esta clase de ejercicios aumentar nuestra inteligencia?
Si fuese así, está claro que las consecuencias para la sociedad serían enormes, además de que nos ayudaría a desvelar los secretos de la mente humana. Hemos examinado el tipo de entrenamiento cognitivo mejor estudiado —el que ejercita la memoria de trabajo— para descubrir la respuesta.
Sin embargo, sabemos que algunas capacidades cognitivas, como la memoria de trabajo y la inteligencia, suelen ir juntas, y que son indicadores de capacidades de la vida real como el rendimiento profesional. Por consiguiente, ejercitar una capacidad cognitiva podría producir la mejora de muchas otras, cognitivas y no cognitivas. Esta es precisamente la hipótesis de partida en la que se basa el entrenamiento de la memoria de trabajo.
La memoria de trabajo es un sistema cognitivo relacionado con la memoria a corto plazo que almacena y manipula la información necesaria para resolver tareas cognitivas complejas. La cantidad de información que puede manejar este sistema es bastante limitada. Si nos piden que memoricemos determinado número de objetos o de cifras en poco tiempo, solo conseguimos memorizar siete por término medio. El tipo de inteligencia con el que la capacidad de memoria de trabajo se correlaciona más estrechamente es la denominada inteligencia fluida. El término hace referencia a la habilidad de una persona para solucionar problemas nuevos y adaptarse a situaciones desconocidas. La inteligencia fluida es el indicador más fiable del éxito académico y el rendimiento profesional.
El entrenamiento de la memoria de trabajo no
mostró ningún efecto en la inteligencia fluida, el rendimiento escolar,
ni otras capacidades cognitivas de los niños. El único verdadero efecto
fue que los niños mejoraron en aquello en lo que se habían ejercitado
Sopesar las pruebas
Para verificar esta hipótesis, hemos revisado todos los estudios sobre el entrenamiento de la memoria de trabajo en niños con un desarrollo normal que hemos podido encontrar. Se trata de 26 experimentos con un total de 1.601 participantes. Los niños constituyen el grupo de control ideal, ya que, en la infancia, las capacidades todavía están al principio de su desarrollo. Así pues, es más probable que el entrenamiento cognitivo funcione con ellos que con adultos.Los resultados fueron claros como el agua. El entrenamiento de la memoria de trabajo no mostró ningún efecto en la inteligencia fluida, el rendimiento escolar, ni otras capacidades cognitivas de los niños. El único verdadero efecto fue que los niños mejoraron en aquello en lo que se habían ejercitado. Ni más, ni menos. Es decir, parece que realizar tareas relacionadas con la memoria de trabajo (por ejemplo, pruebas n-back) consigue que las hagamos mejor. No obstante, el hecho de que los participantes sean más competentes en ellas no tiene por qué significar que haya aumentado su capacidad de memoria de trabajo. Quizá solamente han aprendido a realizar ese tipo de tarea en concreto.
Las conclusiones indican que el empleo de programas de entrenamiento de la memoria de trabajo como instrumento educativo es inútil. Desde una perspectiva más general, junto con otros estudios contribuyen a rebatir las promesas de las empresas dedicadas al entrenamiento cognitivo de que nuestro cerebro va a mejorar. Lo que ellas aseguran es claramente mucho más optimista que lo que indican los datos reales.
Parece que la práctica del ajedrez tiene efectos moderados sobre la capacidad cognitiva y el éxito de los niños en matemáticas. No obstante, es probable que la influencia positiva se deba a un efecto placebo, como por ejemplo la excitación que provoca una nueva actividad. En conjunto, las pruebas indican que la “maldición de la especificidad” actúa con independencia del tipo de entrenamiento.
Con todo, estos resultados negativos no deben desalentarnos a la hora de ejercitar nuestras capacidades cognitivas y no cognitivas. Únicamente tenemos que ser conscientes de las limitaciones reales de esta clase de práctica en terrenos ajenos a lo que en realidad estamos entrenando. Pero esto no quiere decir que no tengamos que hacerlo. Al fin y al cabo, la manera más eficaz de desarrollar una capacidad es ejercitarla.
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