«Las sectas médicas mataron a mi primo»
El fiscal y la familia de un enfermo piden 8 años a una acusada de encerrar a su marido en un piso de la Playa de San Juan para impedir que se operara de un tumor cerebral y someterle a medicinas alternativas
josé antonio martínez 29.06.2017 | 01:54/ Información
La acusada, sentada de espaldas en el banquillo ayer al inicio del juicio.
EFE/MORELL
La acusada dice que era él quien tenía pánico a pasar por el quirófano.
«A mi primo lo mataron las sectas médicas. Le decían
que las familias eran tóxicas y no nos dejaban tener acceso a él». Así
se expresó ayer en el juicio celebrado en la Audiencia de Alicante la
prina de un hombre operado in extremis de un tumor cerebral y a quien su
mujer, según denuncia la familia del paciente, le tenía encerrado en
un piso de la Playa de San Juan, sin dejarle recibir tratamiento
poniéndole en manos de terapeutas con técnicas naturistas. Los hechos se
remontan a abril de 2008 cuando al hombre se le diagnosticó un tumor.
Las acusaciones sostienen que ella era seguidora de las medicinas
alternativas desde el herbolario que regentaba. Pese a que finalmente
fue operado, el enfermo falleció en el año 2013 como consecuencia del
cáncer. La esposa del paciente calificó ayer las acusaciones de
«calumnias» y aseguró que era su marido quien voluntariamente había
decidido no operarse porque «tenía miedo a la intervención». «Le daba
claustrofobia meterse dentro del aparato de la resonancia magnética»,
aseguró.«Yo como esposa me limité a apoyar su situación y exploramos otros tratamientos que no sustituían a la medicina tradicional, sino que la complementaban. Lo único que le dábamos eran hierbas naturales para calmar el dolor», aseguró ayer la acusada. La familia del fallecido en cambio denuncia que fue ella quien le retuvo encerrado durante meses en el apartamento de la Playa de San Juan y sin dejar que contactara con nadie de su entorno.
La Fiscalía y la acusación particular, que ejerce la madre del fallecido a través del abogado Pedro Beltrán, reclaman para la acusada ocho años y medio de prisión por delitos contra la integridad moral y por detención ilegal. El Ministerio público sostiene que la mujer sometió a su compañero sentimental a un riguroso control físico que pasaba por restringirle incluso «la alimentación al máximo en calidad y cantidad». Igualmente, le retuvo en casa en contra de su voluntad y le impidió el contacto con amigos y familiares mientras le hacía soportar «tratamientos y rituales alternativos y malos tratos físicos y psíquicos», según el escrito de acusación.
Custodia de los hijos
Por su parte, la defensa de la mujer reclama la libre absolución y atribuyó la denuncia a maniobras de la familia del difunto para arrebatar a la madre la custodia de los dos hijos del matrimonio ante la posibilidad de que ella se marchara con ellos del país.La acusada sostuvo que el hombre tenía total libertad de movimientos y que hacía su vida normal. La defensa esgrimía los listados de teléfonos de las llamadas del difunto que reflejaban varias y largas conversaciones desde su teléfono con sus familiares. Sin embargo, estos respondieron que en esas llamadas no hablaban con él, sino que era ella quien usaba el terminal para ponerse en contacto con el entorno del marido, sin dejar que se pusiera en ningún momento. La familia dijo que perdió todo el contacto con él desde que el matrimonio se instaló en un apartamento de la madre en la Playa de San Juan. Una versión totalmente contrapuesta a la de varios testigos propuestos por la defensa, entre ellos un hijo de la acusada, fruto de una relación anterior, y una amiga de ella que limpiaba la vivienda que negaron que el enfermo estuviese privado de libertad o coaccionado por la acusada.
Un amigo del enfermo aseguró ayer que a finales de febrero de 2009 recibió un mensaje de éste a través del teléfono de su esposa, en el que le pedía que avisara a su madre para que le sacara de la casa. La madre aseguró que se presentó en la vivienda con la Policía Local y se encontró a su hijo encerrado en una habitación vestido solo con un pañal en un colchón lleno de orines. Los agentes señalaron que no recordaban nada de esa intervención dado los años transcurridos y se remitieron al contenido de su informe, donde sólo se decía que el hombre había manifestado que quería marcharse con su madre.
La prima del enfermo aseguró que a raíz del diagnóstico y de la negativa de éste a operarse hubo una división en la familia entre los que abogaban por la medicina familiar y la alternativa. A lo largo de esos meses, la pareja estuvo viendo varios médicos naturistas en Marbella y Pamplona, entre otras ciudades. La prima relató que después de que se lo llevaran del apartamento le dejaron que le viera uno de esos médicos naturistas y «al ver el estado en el que se encontraba, se asustó y ya no volvimos a verle».
El neurocirujano que le extirpó el tumor declaró al tribunal que el paciente «no era capaz de decidir» sobre su estado de salud debido, probablemente, a los múltiples ataques de epilepsia que le provocaba el tumor y añadió que estaba en «peligro de muerte». El juicio quedó ayer visto para sentencia.
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