ÓPALO: Pastelería, panadería y cafetería. Una de las mejores de Alicante. Eres mi perdición.


El pastelero de ÓPALO, dicen que fue alumno de Torreblanca. No no lo sé ni le he pedido el título de alumno, pero hace uno de los mejores pasteles de Alicante, situada en la Plaza de la Viña, Nº 4, número de teléfono 966 106 506.

Hoy es día del Padre y me he permitido una excepción, y he comprado 6 "opalitos" que son su especialidad con almendras, parecidos a los de la Campana de Sevilla. Los domingos y días de fiestas hay que coger número para que te atiendan 5 dependientas. Una cola de clientes habla por sí solo del reconocimiento de este pastelería, porque se puede ser o no alumno de Torreblanca, pero si lo pasteles no son de calidad, nada hay que hacer.

Es como decía Azorín, cuando Gímenez Caballero (Gecé) le pidió un prólogo para uno de sus libros. A lo que Azorín contesto "Un prólogo no mejora el libro". Pues lo mismo digo yo con esta pastelería, que un prólogo, una franquicia una marca o un prólogo no mejoran la calidad del producto, son los productos lo que se venden por sí sólo. Es la calidad lo que impera. Y calidad precio, media docena de "opalitos" me ha costado 11 €.

A las 11 horas cogí el número 99 de expendedor de números, y recogí el encargo que mi mujer había hecho el día anterior, porque hoy sábado 19 de marzo, día del Padre y de San José, era posible que las 12 se le acabe todo los pasteles.

También te pueden hacer una tarta de encargo. Producto fresco y no congelado como en los supermercados.

De camino me traje una barra de pan, recién hecho, no del que venden en otras panaderías que no se sabe ni de dónde los fabrican. Y es que las tienda de barrio con la atención directa al cliente es de agradecer, y no se debe perder. Aún recuerdo aquellas las tiendas que llamaban de Ultramarinos familiares donde el dependiente te servía al arroz, los garbanzos, las alubias o fabes con una alzufa (recogedor de acero inoxidable) para recoger directamente las legumbres de los saco. Así es como en mi pueblo a este tipo de recogedor de alimentos del saco: alzufa.

Hay cosas tradiciones que estamos recuperando.

El secreto de los pasteles no es la harina, ni el azúcar, ni los productos de sus cremas, mieles o demás hojaldres, ni siquiera el horno de leña, sino que es el amor con que se hacen las cosas, en la ilusión que se pone en ellas, es este mundo donde las ilusiones están prohibidas. Otros secretos son los olores, y el calor del alcabor, que es la parte del horno donde se pone la masa para que la levadura la fermente. En el alcabor de la Tahona de los Fenoll de Orihuela se escribieron los mejores versos de Miguel Hernández y de su amigo Carlos Fenoll, hermano de Josefina Fenoll la pandera “del pan más trabajado y fino” . ¿Quién me dice a mí que la repostería no es poesía y oración? Porque los mejores pasteles de toda la vida se confeccionaron en los conventos leyendo los pícaros Salamos de Salomón, o los versos del «Canto espiritual» de San Juan de la Cruz:

¿Adónde te escondiste,

amado, y me dejaste con gemido?

Como el ciervo huiste,

habiéndome herido;

salí tras ti, clamando, y eras ido.

Yo creo que los pasteleros y pastelaras tienen algo de ángeles ¿No lo crees tú lector atento? Porque son los únicos que te endulzan la vida.

Pero Laura, Antonia, Jacinta y María, siguen estando allí, de pié, detrás de ese cielo de mostrador parecido al paraíso de los pasteles, al mundo del azúcar transformado en arte.

No pretendo cambiarle el nombre a los establecimientos, pero yo a Ópalo lo rebautizaría como: "ERES MI PERDICIÓN"

Ramón Palmeral

Alicante, Plaza de la Viña 19 de marzo 2016



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