Ansiedad y Desánimo

Ansiedad y Desánimo.
Por Joaquín Carrizosa

La ansiedad tiene entre otras la cualidad de conducir al desánimo, tristeza o depresión. Es común que cuando ansiamos frecuentemente nos desanimemos con mucha facilidad, y pensemos entonces que nada vale la pena, que todo está perdido ya. Cuando nos encontramos bajo la influencia de esa emoción de la pérdida somos incapaces de experimentar nítidamente otras emociones como la alegría, el amor, etc; y nos cuesta un trabajo enorme realizar cualquier actividad, por minúscula que sea.

Según mi experiencia personal, y coincidiendo con las enseñanzas budistas al respecto, eso se debe a que cuando experimentamos ansiedad de forma regular, anisamos “cosas” de forma regular, y de forma regular vemos cómo no conseguimos esas cosas que tanto ansiamos y, consecuentemente, nos desanimamos. Cuantas más común es en nosotros ejercer esa ansiedad, esa acción de ansiar, más común lo es, a su vez, desanimarse, pues lógicamente, no por el mero hecho de ansiar cosas las podremos obtener.

Por ejemplo: Por mucho que ansiemos que no nos hubiese ocurrido algo en un tiempo pasado, no conseguiremos cambiarlo, y sin embargo si conseguiremos frustrarnos y desanimarnos.

O, porque ansiemos enormemente aprobar un examen o ser admitidos en un trabajo, no cambiaremos el resultado de nuestro examen, y si determinaremos el modo de encajar un resultado indeseado, entristeciéndonos y desanimándonos por el mero hecho de haberlo suspendido.

Eso no quiere decir que no debamos aspirar a conseguir nuestros objetivos, pero es preferible que para lograrlos empleemos los hábitos adecuados, de estudio y trabajo, por ejemplo, que son los elementos que nos conducirán a conseguir esos objetivos, y no el mero hecho de ansiar esos objetivos.

Por mucho que deseemos un coche mejor, o una casa mayor, no la conseguiremos por el mero hecho de ansiarla.

Para ello deben influir otros elementos como la disposición económica o el tipo de empleo que tengamos.

Así pues, ansiar y desanimarse todo es uno. Por ello, alguien puede ser muy rico económicamente, o muy guapo, y sentirse totalmente triste y deprimido, porque desea otra cosa cualquiera, y alguien puede ser pobre y sin embargo feliz, pues no necesita más.

Es muy sabio el dicho: “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”

No hay comentarios: