Algunos jóvenes se drogan con hachis, polvos, fuman, o toman alcohol, y luego renuncian al azucarillos de azúcar en el café. No lo entiendo. No quieren comer pan o patadas fritas para no engordar y luego consumen bollería industrial.
Cabe esperar casi cualquier cosa de una sociedad en la que muchas personas que no son celiacas ni han sido diagnosticadas con ninguna intolerancia consumen alimentos sin gluten simplemente porque que les parece saludable, 'healthy'. Eso o lo que toque en cada momento: sin lactosa, sin azúcar, sin harina, sin aceite de palma... Predicadores de lo sano que tratan de convencer a todo el que se les arrima de que ciertos ingredientes son veneno y hay que apartarlos urgente y definitivamente de la dieta. Ellos ya no los consumen, no los tocan ni con un palo, y apuestan a tope por cosas que en el envase pone “bio”, tratamientos detox y licuados (a los que, paradójicamente, les quitan la fibra de las frutas y verduras).
Lo que sucede es que vivimos también en una sociedad que da positivo en drogas
en uno de cada tres controles de la Guardia Civil y a la que no
sorprende que una localidad murciana (Molina del Segura) sea líder en
consumo de cocaína en Europa, por delante de ciudades como París o
Berlín. Y, claro, ahí llega el conflicto. Mucha gente de nuestro entorno
que intenta adoctrinarnos y demoniza ciertos productos comestibles, se
maltrata rebañando de la bolsa y esnifando como si no hubiera mañana.
MDMA, cocaína, speed, pastillas, GHB, keta… a eso no le hacen ascos.
Como si en vez de un camello, se los proporcionara una de esas
cooperativas de agricultura ecológica y sostenible de proximidad.
¿Tiene algún sentido pasarse el día dando la guerra con que la stevia
ya no es buena -que ahora lo único que no te mata es la panela- y al
minuto hacerse un rally de fiesta de dos días sin dormir dopándose por
todo lo alto? ¿Es lícito mirar a quienes consumen bollería industrial,
congelados o comida basura como si fueran terroristas mientras te metes
de todo menos burundanga? ¿Qué lleva a alguien a
sugerir que el café es una bomba para tu organismo en la cola del WC de
un bar (no una para orinar, una de las otras)? Si al menos permanecieran
siempre en el terreno de la alimentación pero no, se van por otros
derroteros: te dicen que correr es malo para las rodillas, dormir con el
móvil en la habitación te fríe el cerebro y la ropa de tejidos
sintéticos te arranca la piel. ¿Nos están gastando una broma? Solo ellos
lo saben.
Cabe esperar casi cualquier cosa de una sociedad en la que muchas personas que no son celiacas ni han sido diagnosticadas con ninguna intolerancia consumen alimentos sin gluten simplemente porque que les parece saludable, 'healthy'. Eso o lo que toque en cada momento: sin lactosa, sin azúcar, sin harina, sin aceite de palma... Predicadores de lo sano que tratan de convencer a todo el que se les arrima de que ciertos ingredientes son veneno y hay que apartarlos urgente y definitivamente de la dieta. Ellos ya no los consumen, no los tocan ni con un palo, y apuestan a tope por cosas que en el envase pone “bio”, tratamientos detox y licuados (a los que, paradójicamente, les quitan la fibra de las frutas y verduras).
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