Habitos perniciosos: la preocupación excesiva y obsesiva

Cuantas noches en vela sumergido en cavilaciones y en suposiciones absurdas y sin sentido, en tratar de anticipar acontecimientos que aún estaban por ocurrir, en tratar de vivir lo que todavía no había llegado, en tratar de arreglar lo que no todavía no se había estropeado, y en tratar tomar decisiones sobre situaciones imaginarias, irreales y ficticias. No te puedes ni imaginar la de problemas imaginarios que solucioné, la cantidad de situaciones que nunca tuvieron lugar a las cuales puse remedio, la cantidad de errores no cometidos que intenté remediar, la cantidad de enfermedades que nunca tuve de las que me curé, la cantidad de discusiones que nunca ocurrieron que gané y la cantidad de obstáculos con los que nunca me encontré que salté.


[La preocupacion magnifica la realidad y la considera desde el pesimismo]:
Por otro lado, la preocupación nos lleva a magnificar e incrementar los pequeños problemas que se nos van presentando y a hacernos creer y convencernos que éstos son insuperables e insalvables, ya que cuando uno se halla preocupado, pierde la perspectiva de la realidad y empieza a considerar y analizar las situaciones desde un punto de vista pesimista y catastrofista, que nos conduce siempre a temernos lo peor y a imaginar el peor desenlace posible. La preocupación es algo, que si no se controla de forma adecuada y a tiempo, puede llevar a la persona a padecer un sufrimiento inútil e innecesario, ya que para muchas personas preocuparse se ha convertido en una auténtica enfermedad y en una cruel cárcel de la que sienten que no pueden escapar. De este modo, muchas personas sienten que se preocupan en exceso por cuestiones que no pueden controlar, manifestando que no pueden detener los
pensamientos obsesivos y repetitivos que le llevan a la preocupación constante y
dolorosa.


Clemete Franco (Superar la depresión y la ansiedad)

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