Otra pregunta usual es si hay asociación entre la próstata y la impotencia. Si bien existe una creencia muy generalizada al respecto, podemos decir que no hay tal relación de causa-efecto directa. Es posible que una persona, al padecer una prostatitis – inflamación -, experimente congestión, ardor o dolor, trastornos urinarios, también pueda sentir inhibida su capacidad eyaculatoria; pero sería la consecuencia del dolor y no por acción directa de la próstata sobre los mecanismos erectivos. Lo mismo podría ocurrir con otras patologías: si uno sufre un cólico renal o un fuerte dolor de muelas tampoco tendrá ánimo para una erección ni para mantener un encuentro erótico. Más allá de lo descripto no hay correlación con la respuesta erectiva, al punto que a muchos pacientes que se les extrajo la próstata continúan teniendo erecciones sin dificultad. Otros, en cambio, operados de cáncer de próstata pueden presentar cuadros de disfunción eréctil (pasibles de ser tratados con sildenafil).
En realidad participa de la eyaculación, que es otra fase diferente en la respuesta sexual masculina. La erección debe asociarse con la idea de una buena vasodilatación de las arterias del pene, con los cuerpos cavernosos y un sistema neurológico indemnes y con una secreción normal de las hormonas, amén de una estimulación adecuada y un sano psiquismo.
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