Corazón y mente

La mitad de los pacientes que acuden al cardiólogo tienen una dolencia emocional Valentín Fuster y Luis Rojas Marcos, cardiólogo y psiquiatra, dan las claves para gozar del bienestar físico y emocional en su libro 'Corazón y mente', editado por Planeta | "No es un buen médico quien juzga al paciente" y "hay que hablar más que recetar", aconsejan

El cardiólogo Valentín Fuster ha confesado hoy que entre el 25 y el 50% de los pacientes que acuden a su consulta, supuestamente aquejados de problemas cardiacos, tendrían que ponerse en manos de un psiquiatra como Luis Rojas Marcos, porque su problema radica en la mente y no en el corazón.

Aunque ya lo dice el aforismo mens sana in corpore sano, ambos doctores han llegado a la conclusión de que hace falta recordarlo en un mundo dirigido por la rapidez, la tecnología y las innovaciones terapéuticas, y en el que se ha olvidado el gran valor terapéutico de la "empatía" en Medicina.

Recién llegados de Nueva York, los dos prestigiosos especialistas han presentado en una conferencia de prensa su nuevo libro Corazón y mente. Claves para el bienestar físico y emocional, editado por Planeta, en el que dan forma a estas reflexiones con la colaboración de la periodista Emma Reverter.

La obra contiene 20 historias reales de mujeres y hombres de todas las edades, desde niños a ancianos, que acudieron a la consulta de Fuster con una aparente dolencia cardiaca pero que, una vez analizado el caso y puesto en manos de Rojas Marcos, se reveló como un trastorno emocional.

Mente y cuerpo son un todo

Los autores han constatado con estas experiencias la necesidad de retornar a la medicina "humanista", al "médico de familia", a "ver al enfermo en su totalidad" sin separar la salud de sus emociones, porque "la mente y el cuerpo son un todo".

Esta propuesta "no es idílica", han sentenciado ambos expertos, ante la evidencia de que los médicos españoles no tienen tiempo, en el sistema público, para dedicarse en cuerpo y alma a cada enfermo.

Fuster, director del Instituto Cardiovascular del hospital Mount Sinai de Nueva York, ha asegurado que en apenas "cinco o siete minutos" es posible establecer la suficiente empatía con el paciente. "Yo veo a unos 17 al día y tengo tiempo para hacer lo que tengo que hacer", ha matizado el cardiólogo, tras recordar, eso sí, que no trabaja con las condiciones que hay en España.

Rojas Marcos cree que el tiempo de atención es "importante", si bien lo determinante, a su juicio, es "la continuidad" y que el enfermo sepa que el médico le dice: "Voy a acompañarte, voy a estar contigo hasta que entendamos tu problema".

La selección de estas vivencias no tiene su origen en originales pacientes, sino en los típicos conflictos que, por edades, afectan a la mayoría de las personas en todos los países del mundo, muchos de los cuales se curan "si confían en el médico".

"¿Quién no tiene emociones a veces desbaratadas?", se ha preguntado el cardiólogo, tras comentar que no es un drama tener que visitar al psicólogo, un término que le gusta más que el de psiquiatra, ha matizado, porque a estos últimos se les vincula con la locura y con "inflar" al enfermo de pastillas.

"Es más importante hablar que recetar"

Ambos doctores consideran que en ocasiones es más importante hablar que recetar y, de hecho, creen que el médico tiene que exigirse para no convertirse en "un técnico" y establecer con el afectado "una relación de confianza afectiva y emotiva".

Según su amplia experiencia y su prestigiosa labor, la tecnología y las pastillas no son la única solución para curar enfermedades. Curiosamente, los dos opinan que lo primero que tiene que hacer un médico es "no juzgar" y "aceptar el sufrimiento" de la persona que les pide ayuda.

"Nunca un médico es un buen médico si juzga a sus pacientes, en lugar de pensar "qué pena que haya una raíz que te haya llevado a ese problema'", ha comentado Fuster.

Rojas Marcos ha agregado que no se puede decir a un enfermo que se ha "imaginado" su dolencia porque para quien la está sufriendo es "importante". "Esto vale para entrar y ganarse la confianza y el respeto del paciente", ha apuntado.

Al final todo es un problema de comunicación, como según estos expertos ocurre en todas las relaciones de la vida, y también en el ámbito personal, porque se necesita "sinceridad" con uno mismo para afrontar un reto físico o emocional y "optimismo" para superarlo.

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