El presente ensayo tiene como finalidad relacionar el libro de El viaje a la felicidad con los conceptos pertenecientes a otros autores (Walter Benjamín, Bayer, Groys, Kant, Hume, entre otros) y con el film Teorema de Paolo Passolini. Así mismo se propone extraer ciertas conclusiones generales sobre el fenómeno estético. El método aplicado será el siguiente: primero se relacionarán ideas claves de El viaje a la felicidad (de Punset) con las ideas que conceptualmente estén relacionadas dentro de lo que son las ideas pertenecientes a esos otros autores. Luego se extraerán conclusiones de estas relaciones, después se interpretará el film y se ligará con las correspondencias que se le encuentre en el libro de Punset o en las ideas de los otros autores y finalmente se extraerán conclusiones generales. Para eso dividiré el área del desarrollo en 2 partes. Se usará entonces el saber científico proporcionado por Punset como un filtro, a pesar de que, como decía Lyotard, estamos en la época del fin de los meta-relatos (relatos que legitiman otros relatos) y el saber científico no es sino un saber parcial. Y pues sí, es parcial; pero es no obstante el más fiable de los saberes, de allí mi decisión de usarlo como filtro…
PARTE 1
1-Al estudiar las bases de la felicidad, la psicología moderna distingue dos fuentes: el placer, por una parte, y el sentido que da a la vida un determinado compromiso por otra...
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Comer, mantenerse y belleza. Escaparate internacional de ventas. Nadie puede darnos felicidad, porque la felicidad está en nuestro interior. El deseo es considerado la causa de todo sufrimiento. Actívate. Hace unos años decidí perder peso, pero sin éxito, volvía a recuperar los kilos perdidos. Hasta que decidí aprender nutrición y encontré, por fin, mi piedra filosofal alimenticia: adelgazar comiendo. NADIE DEBE AUTOMEDICARME. Lo que dice este blog es solo orientativo.
Cementos bioactivos, la última técnica para regenerar huesos en tiempo récord
Cementos bioactivos, la última técnica para regenerar huesos en tiempo récord
Romperse un brazo o una pierna puede suponer una convalecencia de hasta seis meses, si el hueso se ha astillado. Este lapso se reducirá drásticamente cuando lleguen los nuevos «pegamentos», actualmente en fase experimental. Las versiones disponibles ya permiten corregir malformaciones de cráneo o columna.
FUENTE | La Razón digit@l 30/01/04
En la práctica clínica actual, las fracturas se curan mediante la fijación del miembro afectado por medios tradicionales (escayola, tablillas, etc.), al precio de una inmovilidad que puede durar varios meses. Este tiempo es el que necesita el hueso para regenerarse solo.
Los cirujanos ya no se conforman con ello. Ahora demandan sustancias capaces de estimular el crecimiento óseo y acortar el tiempo de inmovilización. Algunas ya se encuentren disponibles: son las cerámicas y cementos de uso quirúrgico.
Un ejemplo lo aporta la cifoplastia, la nueva cirugía mínimamente invasiva que se realiza para aliviar el dolor de las fracturas vertebrales originadas por la osteoporosis, por esfuerzos o por mielomas, y para restaurar la altura vertebral deformada por la cifosis o joroba.
Esta técnica consiste en la inyección percutánea de cemento acrílico en el interior del cuerpo vertebral. Para ello, en un primer paso se utiliza un balón plástico a fin de crear una cavidad en el interior del cuerpo vertebral al tiempo que se levanta la altura de la vértebra hundida. Luego, se introduce un cemento de alta viscosidad en el interior de la cavidad «apuntalando» sus bordes y, por tanto, manteniendo la corrección de la deformidad conseguida.
El cemento adquiere su dureza máxima en unos minutos, por lo que el paciente puede levantarse de la cama en unas horas. Los resultados «son muy positivos, pues se trata de una intervención con mínimo riesgo, que busca aumentar el tamaño del cuerpo vertebral», afirma Jesús San Miguel, hematólogo del hospital Universitario de Salamanca. «La mejoría es clara en un alto porcentaje de pacientes; mejoran muchísimo del dolor y también su capacidad funcional».
A este tipo de cemento se agregan los denominados biomateriales, capaces de interactuar con el organismo. Dentro de esta categoría destacan los cementos y cerámicas bioactivos, capaces de estimular la regeneración del hueso, ya sea en caso de fracturas o de destrucción ósea por cirugía u osteoporosis.
Su bioactividad es el resultado de intercambios atómicos en la superficie de tales sustancias y los fluidos corporales, que producen una capa suficientemente adhesiva al hueso.
En caso de una fractura «limpia», es decir, sin pérdida de material óseo, las técnicas de inmovilización tradicionales bastan; pero cuando se produce destrucción de hueso, tal como ocurre en muchos traumatismos por accidentes de tráfico, resultan inútiles. En tales situaciones se opta por practicar un injerto de hueso, con el consabido riesgo de infección y reacción de rechazo.
«Hoy, para rellenar huesos, existe la posibilidad de emplear cerámicas que se aplican en gránulos sobre la parte afectada, También se emplean vidrios bioactivos, pero son poco solubles», explica Maria Pau Ginebra, investigadora del Departamento de Ciencias de los Materiales de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). «Más prácticos se perfilan los cementos, sustancias inyectables en forma de pasta que se endurecen enseguida», agrega. Tales materiales resultan de gran utilidad en cirugía craneofacial, ya que permiten corregir deformidades de nacimiento o reconstruir mandíbulas fracturadas.
Sin embargo, los cementos de ese tipo son absorbidos por el organismo muy lentamente, advierte Ginebra. Por lo cual, la recuperación todavía puede demorar meses. «Necesitamos cementos que sean bioactivos y también biodegradables», asegura la investigadora.
Con ese propósito, su equipo de la UPC ensaya con cementos de fosfato de calcio, un material muy similar al hueso humano. «Estamos diseñando formulaciones macro-porosas, de forma de permitir que el hueso colonice desde dentro al material y que, cuando se degrade, lo haya sustituido del todo».
En la misma dirección apunta el «pegamento» ideado por los expertos del Centro Technion de Israel, hecho de una combinación de un plástico, polietileno glycol, y fibrina, una proteína presente en el plasma sanguíneo. El material se inyecta en la zona afectada del hueso sin necesidad de cirugía, y una vez que el hueso roto se une, el producto se elimina por la orina.
Autor: Pablo Francescutti
Romperse un brazo o una pierna puede suponer una convalecencia de hasta seis meses, si el hueso se ha astillado. Este lapso se reducirá drásticamente cuando lleguen los nuevos «pegamentos», actualmente en fase experimental. Las versiones disponibles ya permiten corregir malformaciones de cráneo o columna.
FUENTE | La Razón digit@l 30/01/04
En la práctica clínica actual, las fracturas se curan mediante la fijación del miembro afectado por medios tradicionales (escayola, tablillas, etc.), al precio de una inmovilidad que puede durar varios meses. Este tiempo es el que necesita el hueso para regenerarse solo.
Los cirujanos ya no se conforman con ello. Ahora demandan sustancias capaces de estimular el crecimiento óseo y acortar el tiempo de inmovilización. Algunas ya se encuentren disponibles: son las cerámicas y cementos de uso quirúrgico.
Un ejemplo lo aporta la cifoplastia, la nueva cirugía mínimamente invasiva que se realiza para aliviar el dolor de las fracturas vertebrales originadas por la osteoporosis, por esfuerzos o por mielomas, y para restaurar la altura vertebral deformada por la cifosis o joroba.
Esta técnica consiste en la inyección percutánea de cemento acrílico en el interior del cuerpo vertebral. Para ello, en un primer paso se utiliza un balón plástico a fin de crear una cavidad en el interior del cuerpo vertebral al tiempo que se levanta la altura de la vértebra hundida. Luego, se introduce un cemento de alta viscosidad en el interior de la cavidad «apuntalando» sus bordes y, por tanto, manteniendo la corrección de la deformidad conseguida.
El cemento adquiere su dureza máxima en unos minutos, por lo que el paciente puede levantarse de la cama en unas horas. Los resultados «son muy positivos, pues se trata de una intervención con mínimo riesgo, que busca aumentar el tamaño del cuerpo vertebral», afirma Jesús San Miguel, hematólogo del hospital Universitario de Salamanca. «La mejoría es clara en un alto porcentaje de pacientes; mejoran muchísimo del dolor y también su capacidad funcional».
A este tipo de cemento se agregan los denominados biomateriales, capaces de interactuar con el organismo. Dentro de esta categoría destacan los cementos y cerámicas bioactivos, capaces de estimular la regeneración del hueso, ya sea en caso de fracturas o de destrucción ósea por cirugía u osteoporosis.
Su bioactividad es el resultado de intercambios atómicos en la superficie de tales sustancias y los fluidos corporales, que producen una capa suficientemente adhesiva al hueso.
En caso de una fractura «limpia», es decir, sin pérdida de material óseo, las técnicas de inmovilización tradicionales bastan; pero cuando se produce destrucción de hueso, tal como ocurre en muchos traumatismos por accidentes de tráfico, resultan inútiles. En tales situaciones se opta por practicar un injerto de hueso, con el consabido riesgo de infección y reacción de rechazo.
«Hoy, para rellenar huesos, existe la posibilidad de emplear cerámicas que se aplican en gránulos sobre la parte afectada, También se emplean vidrios bioactivos, pero son poco solubles», explica Maria Pau Ginebra, investigadora del Departamento de Ciencias de los Materiales de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). «Más prácticos se perfilan los cementos, sustancias inyectables en forma de pasta que se endurecen enseguida», agrega. Tales materiales resultan de gran utilidad en cirugía craneofacial, ya que permiten corregir deformidades de nacimiento o reconstruir mandíbulas fracturadas.
Sin embargo, los cementos de ese tipo son absorbidos por el organismo muy lentamente, advierte Ginebra. Por lo cual, la recuperación todavía puede demorar meses. «Necesitamos cementos que sean bioactivos y también biodegradables», asegura la investigadora.
Con ese propósito, su equipo de la UPC ensaya con cementos de fosfato de calcio, un material muy similar al hueso humano. «Estamos diseñando formulaciones macro-porosas, de forma de permitir que el hueso colonice desde dentro al material y que, cuando se degrade, lo haya sustituido del todo».
En la misma dirección apunta el «pegamento» ideado por los expertos del Centro Technion de Israel, hecho de una combinación de un plástico, polietileno glycol, y fibrina, una proteína presente en el plasma sanguíneo. El material se inyecta en la zona afectada del hueso sin necesidad de cirugía, y una vez que el hueso roto se une, el producto se elimina por la orina.
Autor: Pablo Francescutti
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