Zanahorias

La zanahoria (Daucus carota) es una hortaliza originaria de Afganistán. La que se consumía en época de grigos y romanos nada tenía que ver con la actual, ya que era de color púrpura o amarillenta y más larga y delgada. Fue en el siglo XVII cuando se obtuvo la zanahoria que hoy está presente en nuestro mercados, robusta y de color anaranjado, de procedencia holandesa.


Ventajas e inconvenientes de su consumo:
El consumo regular de zanahorias contribuye a cubrir las necesidades de vitamina A cuyos requerimientos diarios son de 0,8 a 1 mg. El beta-caroteno o pro-vitamina A, tras ser absorbido en nuestro cuerpo se transforma en vitamina A o retinol; esencial para la visión, el buen estado de la piel, los tejidos y para el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunológico. Además, como sustancia de acción antioxidante, al igual que la vitamina E, neutraliza los radicales libres, por lo que el consumo frecuente de zanahorias contribuye a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y de cáncer.
El ácido fólico que aportan las zanahorias contribuye a tratar o prevenir anemias y a reducir el riesgo cardiovascular y de espina bífida en el embarazo. La niacina interviene en el funcionamiento del sistema digestivo, el buen estado de la piel, el sistema nervioso y en la conversión de los alimentos en energía.
Las personas que tengan dificultades de masticación pueden consumir la zanahoria en forma licuada, beneficiándose así de todas sus vitaminas y minerales, eso sí, conviene tomarse el jugo recién exprimido.
También a la zanahoria se le atribuyen propiedades vermífugas (antiparasitarias) debido a la presencia de un aceite esencial. Éste aceite, junto con las pectina (fibra soluble) presente en cantidades considerables, proporciona a la zanahoria un alto poder de gelificación y su acción astringente.


En la cocina:
A la hora de prepararlas para su consumo, se deben limpiar con esmero. Resulta más conveniente rasparlas que pelarlas, al estar la mayor parte de las vitaminas próximas a la piel. El betacaroteno resiste el calor (cocción), pero se oxida fácilmente, por lo que conviene rasparlas y rallarlas justo antes de comerlas crudas. Así, conservan todos sus nutrientes. Se pueden consumir de muy diversas maneras: enteras, troceadas, ralladas, crudas, cocidas o en puré.
Las manchas verdes al final de la raíz indican que la zanahoria ha estado expuesta al sol; esas zonas presentarán un sabor amargo, por lo que conviene eliminarlas. Es una hortaliza que admite cualquier método culinario de preparación, pero es conveniente no cocinarlas demasiado para que su sabor y valor nutritivo no se vean afectados. La industria alimentaria extrae el pigmento de las zanahorias para utilizarlo como aditivo antioxidante y colorante en margarinas y otros productos alimenticios.


Criterios de calidad en la compra y conservación:
Podemos encontrar zanahorias en el mercado durante todo el año, si bien las de temporada son las que se cultivan a finales de primavera, ya que son pequeñas, dulces y muy tiernas. Las de invierno son más gruesas y requieren una previa cocción antes de su empleo.
Además de frescas, también se pueden adquirir en el mercado en conserva o congeladas.
Los criterios de calidad en la compra son los siguientes: seleccionar ejemplares de piel suave y pequeño o mediano tamaño, ya que suelen presentar un sabor agradable. El color debe ser anaranjado vivo, y la textura firme. Las hojas verdes indican frescura, mientras que se desaconseja comprar las zanahorias con arrugas, flacidez, manchas o brotes. La mejor característica para determinar la calidad de la zanahoria es la relación entre la carne de la corteza y el cuerpo interior o "corazón". Lo ideal es que exista gran proporción de corteza y pequeño corazón, preferiblemente del mismo color de la corteza.
Una vez en el hogar, las zanahorias frescas se conservan en buenas condiciones organolépticas y nutritivas si se mantienen en un lugar fresco y aireado, ya que una mala ventilación durante su almacenamiento favorece su rápido deterioro. Sin embargo, antes de guardarlas conviene limpiar la superficie sin utilizar agua. Su respiración es baja, por lo que aguantan bien varias semanas en lugares frescos. El etileno, sustancia gaseosa que secretan en mayor proporción ciertos vegetales durante su maduración, les confiere sabores amargos. De ahí, que no se deban almacenar junto a ciertos alimentos como manzanas, plátanos, melones, melocotones&
En la nevera, se pueden conservar durante 2-3 semanas si son frescas.
También se pueden congelar para que se conserven más tiempo, hasta 8 meses. Para ello, conviene quitarles los extremos, raspar su superficie, trocearlas y escaldarlas en agua hirviendo durante unos pocos minutos antes de proceder a su congelación.

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